Amor frío.

El día que la vi por primera vez sabía que me enamoraría de ella pese a los ahora infructuosos esfuerzos de la razón para tratar de ocultar este sentimiento que no comprendía. Recuerdo que era una tarde lluviosa. Por aquel entonces mi vida era una absoluta monotonía que amenazaba con engullirme en una vertiginosa vorágine de aburrimiento y pesadumbre. Ella me salvó. Nunca antes había sentido algo así por una mujer, jamás he tenido una novia formal a la que pueda considerar que quisiese, creo que nunca he sentido amor; hasta entonces. No estoy seguro de que fue exactamente aquello que hizo que mi corazón se pusiera a brincar con alegría en el valle de la existencia, quizás fuese la juventud de su rostro, su gesto serio que brindaba una sensación pura de belleza o esa extraña fuerza que manaba de su difuminado cuerpo, todavía caliente. No estoy seguro, quizás fuera todo eso a la vez. Lo único que sé, lo único de lo que estoy totalmente seguro, es que la amo. Y cada día que pasa la amo todavía más. No sería capaz de reconocer mi existencia si no es junto a ella, arropado en el manto de su amor. Porque sé que ella también me quiere, y sé que nunca ha querido ni querrá a nadie como me ha querido a mí. Lo sé, estoy absolutamente seguro de ello. Porque está muerta.

(Pura envidia que tiene uno de su compañero de Blog xD)