En premio para el buen Alex de la Iglesia, por posicionarse con los internautas y en contra de la ley Sinde, he ido a ver su última película, "Balada triste de trompeta".
Es... ¿cómo decirlo? Muy suya. Muy interesante. Pero muy poco hilvanada. Confieso que me ha decepcionado, porque esperaba otro tono a partir de la publicidad que se le dio. Es una película muy española y un festival del absurdo, dos características que no suelen despertar mi interés. Hay violencia (mucha), sangre (bastante), sexo (el justo para que una película sea española), humor (del serio y del absurdo, al alimón), un poco de distopia, un poco de grandeza, una pizca de denuncia, un poco de Guerra Civil, tres planos de Franco, un mucho de tabaco, un algo de violencia de género, unas tomas de helicóptero para chuparse los dedos, unos actores muy buenos y una actriz escandalosamente atractiva. Y un elefante. Todos ellos elementos con los que hacer una buena película. Pero sin embargo, en este caso la suma de buenos ingredientes no da un buen guiso. Resulta deslavazada, sin unidad. El argumento, a más de rebuscado e increíble, peca de altibajos excesivos. El ridículo campa por sus respetos, y lamentablemente en algunos casos no es buscado. Los non sequitur se presentan continuamente. Falta tensión narrativa.
En conjunto, una película decente. Bien realizada y de buen presupuesto en fotografía y efectos especiales, con un gran reparto. Tal vez destinada a ser un clásico de culto (adelantado a su tiempo) o tal vez para ser olvidada, pero desde luego, nada convencional. Como nota de aviso para los que se han visto atraídos por los carteles: son únicamente del tercio final de la película y para nada representativos. Todo el festival español-dadá está coronado por esas imágenes, que parecen buscadas para perdurar como iconos, pero (una vez más) fallan en vertebrar el relato. La banda sonora, eso sí, de primera. Si acaso un poco escasa, dejando muchas escenas huérfanas.
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